Como ya nos tiene acostumbrados, la dirección del Banco continúa con su escalada de presión desmedida, acompañada de unos presupuestos irreales, nada objetivos y difícilmente alcanzables (por no hablar de que todos los trimestres los comunican con un mes de retraso).
Cada vez se van añadiendo más palos que tocar por parte de las oficinas, más tareas que hacer, y unos medios que no están a la altura de una entidad internacional como Deutsche Bank.
Fijar unos objetivos como si fuésemos Santander, BBVA, Caixa, etc., pero con medios del Neolítico no es aceptable. Ni publicidad (lo de la campaña publicitaria de principio de año fue una tomadura de pelo), ni una banca electrónica para empresas competitiva (pero hay que captar negocios), ni productos de inversión adaptados a las necesidades de nuestros clientes (pero hay que hacer Upfront), ni hipotecas competitivas (pero hay que hacer colaboradores y muchas hipotecas), ni apoyo comercial que haga más fácil el trabajo (pero hay que hacer ÉXITOS, lo más importante para el banco, y que todavía nos preguntamos qué utilidad real tiene)….. Podríamos seguir con un sinfín de obstáculos en el camino que hacen muy difícil cumplir con lo pedido por el Banco, pero eso les da igual. Por algún lado vendrá el golpe, es imposible hacer todo bien. El que mucho abarca poco aprieta.
Todo ello sin tener en cuenta los constantes fallos informáticos, lentitud de las líneas, caída y errores de los aplicativos, etc.
Después de una crisis económica y bancaria brutal, de un 2016 y 2017 muy difícil a nivel del Banco, seguimos sin saber hacia dónde vamos y qué modelo de Banco quiere la dirección. Han tenido muchos años para cambiarlo, pero nos preguntamos si no lo han hecho porque “¿no saben?, ¿no quieren? o ¿no pueden?“
Seguimos esperando, quizá con un poco de suerte algún día nos lo digan.